4 de diciembre de 2009

Espejos

La puerta principal del edificio donde laburo es de vidrio espejado.
Yo no sé si el que la puso lo pensó como una magistral estrategia para poner contento al personal (perdón, recursos humanos), pero el hecho es que ese vidrio debe tener una curvatura ligeramente cóncava, de modo que uno se ve más delgado. ¡Y bien! Con proporciones armónicas. No como esos espejos que deforman ridículamente. Antes de esa puerta hay un pequeño patio exterior de unos cuarenta metros, con lo cual uno tiene la posibilidad de ir viendo su propio reflejo acercándose, casi como un desfile donde uno mismo es el modelo. Y uno se mira y se siente satisfecho con su figura, sorprendetemente atractivo.
Así pués, yo entro todos los días al edificio con la autoestima alta, una sonrisa ganadora y una mirada entre Brad Pitt y George Clooney.
Luego de atravesar unos pasillos, subo una escalera que me depositará en mi oficina. Al final de esa escalera hay otro vidrio. Un vidrio plano. El reflejo que me entrega es real. Y mi día laboral empieza para el culo.

1 comentario:

  1. Obvio que es una estrategia del gerente de RRHH (para optimizar, maximizar, ar, ar, ar)!

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